Movilización

Como sé que los psiquiatras y los psicólogos cobran un pastón por la consulta (de hecho, esa es mi motivación oculta para estudiar psicología a estas alturas -aquí la agüela), voy a aprovechar esta oportunidad que yo misma me brindo (gracias, gracias, plas, plas) y voy a desahogarme un poco en mi propio diván, y así me ahorro la pasta. Y es que, doctor, creo que quiero dejar a mi móvil.

Quiero ser móvil-single

Sé que tengo un grave problema con él, lo sé, lo sé. De hecho, quién me ha visto y quién me ve, a mí, que sólo me faltaba llevarlo colgando del cuello, como si fuera el p... oso de la Tous. Yo, que miraba cada dos por tres si alguien me había llamado, nofueraaser que no lo hubiese oído, o de repente un ovni gigante estuviera encima de mi cabeza y me estuviera tapando la cobertura, o se me hubiera fundido la batería...

Buscaba algo parecido con los móviles, pero para el caso...

Pero, desde hace ya meses, muchas veces me lo dejo en casa, o como lo tengo puesto siempre en silencio o en modo reunión, me olvido de que existe y cuando me acuerdo de mirarlo por la noche tengo chorropotocientas llamadas perdidas de amig@s que, como siga así, en breve van a dejar de serlo -no sé cuantas veces Sithwolf nos ha mandado al carajo a mí y a mi móvil-. Y es que últimamente, además, no cojo las llamadas de números privados. Ni de números desconocidos. Mi amiga nueva de la universidad me dice que cómo lo resisto, que si no tengo curiosidad... y a veces sí. De hecho, suelo buscar los teléfonos en interneeeeeeet para ver de dónde son y así saber quién me ha llamado. Pero a veces no me salen. Y entonces nunca averiguo quienes son, porque encima no se molestan en dejarme un mensajito en el buzón de voz... porque vamos, digo yo, ¿para que c... se inventó si no es para eso? Pues no, esa gente no debe saber para que sirve... pero, hijomiodemicorason, si ya te han cobrado la llamada, aguanta un pelín y déjame un mensaaaajeeee, priiiiimaaaa...

No me puedorrrr!!

En fin. Yo sólo sé que cuando me olvido el móvil en casa por una parte me siento hasta bien, (qué relax!) pero por otra, tengo hasta remordimientos. ¿Cómo sobrevivíamos antes sin ellos? Al menos ya sé qué móvil comprarme la próxima vez, me parece menos inofensivo...

Es más propio de mí, me guste o no :D

Apañeros

Siguiendo con mi dinámica de dedicamientos post-ales, la entrada de hoy va dirigida a esa especie que todos conocemos y de la que también formamos parte, más tarde o más temprano: los compañeros de trabajo. Y es que ayer tuve una cena de mi ex-ex-curro, y me encontré con gente que hacía 3 años, desde que me fui, que no veía. ¡Qué recuerdos! A la mayoría me hizo mucha ilusión verlos. A otros cuantos, plim, porque no tenía mucha contacto y me dio un poco igual. E incluso hubo un par que me sobraban, por lo que pasé bastante de ellos y fui todo lo diplomática que yo misma me he enseñado a ser, es decir, hola, dos besos, como estás, bien, me voy a sentar, vale, adiós.


Una de las cosas que me gusta de estas cenas es el cotilleo. Evidentemente, de la gente que no está. Y así escuchas como se meten con el escote de M. diciendo que se compraba una talla menos de ropa, que tenía que estirarse en la cama para abrocharse el pantalón y que mandaba reforzar los ojales de las camisas en El Corte Inglés. Y como a tu ex-jefe, R., lo llaman Casper... y no por la cadena y la bola, sino por la descamación cuerocabelludal. Y te enteras de rebanadas de cuello, fugas y puñaladas traperas las cuales, confieso, me habría encantado presenciar...


La otra cosa que me gusta es, simplemente, el reencuentro. Con esa gente con la que has aguantado lo que no está escrito, te has reído (o todo lo contrario), te escribías Lotus criticando al jefe que luego tenías que borrar apresuradamente cuando escuchabas sus tacones venir por el pasillo, ibas a convenciones y picas-picas donde tenías que saludar al Capo (quien lo ha visto y quien lo ve) como si fuera el presidente del gobierno o algo así, o a las cenas de empresa, siempre los mismos, y cogías el puntillo y lo que no es el puntillo y hacías locuras y..., etc, etc.

Y siempre que vuelvo a casa después de una de estas cenas pienso en la cantidad de gente con la he que perdido el contacto, por mucho que por las dos partes juramos y perjuramos que nos íbamos a seguir viendo, enviando emails... pero luego el tiempo pasa, nos liamos con el nuevo trabajo, la nueva gente, las nuevas responsabilidades... y todo queda en nada. ¿Os suena? A mi me da penita. Así que, a la vez que buscaba las fotitos para decorar esta diarrea mental mía, he ido enviando emails a mis ex-compis, a ver si retomamos el contacto ¡a seguir mi ejemplo!

A la segunda...

... va a la vencida!!! Esta es una entrada dedicada a mi amiga Yol (véase la entrada del embarazamiento en el sofá). Como ya te he dicho:

1.- Seguro que el donante de esta primera vez era una mala persona, con el cociente intelectual de una alubia y feo como pegarle a un padre.

2.- Así mi sobrino postizo no será de los más pequeños de la clase, y sus compis no se meterán con él por renacuajo

3.- Y tampoco coincidirá su cumple con Navidad ni con los Reyes Magos, que sino la gente no le regalará nada porque, total, a los pocos días iba a tener más juguetes... ¿y el resto del año, qué?

4.- Y porque así podemos ir a emborracharnos en la bodeguita un par de jueves más :D


Review: por si no me he expresado bien (que creo que no, vaya m... profa estoy hecha!) mi intención es dar ánimos para que a la segunda vez haya suerte y mi amiga Yol me haga tita, que la primera vez no resultó. Es que que enchufen solo 0,5 ml de cabezones me parece muy poco... ¡¡señores de la fecundación asistida, no me sea rácanos!! :D

Solución al misterio

Como os prometí, hoy vamos a desvelar el gran misterio de la técnica de colocación del supositorio, uno de los grandes enigmas de la humanidad, junto con la construcción de las pirámides y el triángulo de las Bermudas (o casi). Y dice así:
Aunque pueda chocar un poco, la mejor forma de administrar los supositorios no es la que el sentido común nos suele dictar; es decir, introducirlos en el ano por su extremo puntiagudo, sino al contrario: lo correcto es empezar por el extremo plano. Esto facilita que el supositorio quede alojado en el recto, porque así, cuando el ano se contrae, lo que se consigue es impulsar al supositorio hacia adentro y no lo contrario.
Aunque también es verdad que hay mucha controversia en este tema, porque si lo pones el lado puntiagudo también se queda dentro, aunque es más fácil que se escurra, eso sí. Al menos, esa es mi experiencia (como ponedora de supositorios, no como usuaria). Así que... sírvanse ustedes como mejor les convenga... pero, eso sí, por favor ¡¡¡NO SE COMAN LOS SUPOSITORIOS!!! (esto va por los 4 golafres que han votado que se comen... no quiero ni imaginar la indigestión!!)